Son nada más que 30 años V

Por las noches acostumbraba a escuchar radio (alguna radio de Buenos Aires como Mitre o Rivadavia) y esa noche estuve hasta tarde con la radio prendida, recuerdo que decían algo así como que era "inminente" un golpe de estado; debo aclarar que no tenía muy claro en esa época (tenía 10 años de edad) que era un golpe de estado. Esa mañana mi abuela me llevó hacia una la zona comercial del pueblo cercana a la plaza principal y, en el camino, nos cruzamos con los personajes destacados de la sociedad; vimos al jefe del correo, al director de la escuela, algún almacenero y varias amistades de mi abuela. El sentimiento era unánime, todos creían un alivio la llegada del gobierno militar, esa mano fuerte que necesitaba el país, todos celebraban la llegada del "orden". Estoy seguro de que eran buena gente y, ni imaginaban lo que se avecinaba.
En mi casa no se hablaba mucho de política así que no me enteré de lo que realmente pasaba hasta los '80, cuando tuve edad para averiguar algunas cosas por mi mismo y me convertí, casi sin quererlo en un militante político enfrentado absolutamente a quienes habían tomado el poder en el '76.
Desde el lado de afuera (así viví el proceso '76 '83) diría que, a la mayoría de la gente le importó solo sobrevivir y, ya en los '80, agradecían el hecho de que no se los haya tocado en la época mala y haber podido sobrevivir. He visto, en los lugares de veraneo, a todos fascinados por los artículos importados (espejitos de colores), he visto y he participado de los festejos en junio de 1978 sin saber (yo) ni imaginar lo que sucedía extramuros.
La responsabilidad de lo que pasó en esos tiempos fue, principalmente de quienes encabezaron las cosas, esos tres de la foto son los principales, pero el resto no podemos lavarnos las manos, hemos alentado o al menos tolerado la acción terrorista de nuestro estado; hemos consentido atrocidades por ación u omisión, en mayor o menor medida; hay quienes se enriquecieron con la "plata dulce" y la "tablita" de Martínez de Hoz. Si no reconocemos nuestras responsabilidades sociales (al margen de las individuales, por las cuales deberíamos rendir cuenta ante la justicia) dificilmente podamos construir un futuro decente, un futuro que valga la pena vivirse, un futuro que sirva a nuestros hijos, un futuro que pase de la declamación a los hechos y en que verdaderamente sea impensable la posibilidad de vivir semejante atrocidad nuevamente, un futuro en el que podamos decir con absoluta seguridad que NUNCA MÁS caeremos en lo mismo.
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